lunes, 3 de agosto de 2009

Declaración de Independencia

Hacia un genuino (séptimo) arte.

El hartazgo es demasiado. Se mete aquello por los oídos, por la boca, por los ojos y hasta por el culo. Cine de mierda y concepciones gastadas; creador de un imperio de un anhelo siempre distante de sueños inalcanzables y ajenos. Triunfos eternos e ideas de gloria, o felicidad sumamente ficticias. La vida no es “real” ni la realidad la del cine; la verdad es que no hay una, y en pantalla muchísimo menos.

¿Distanciamiento? Por sentado que sí.

¿Historia? Cómo en todo, posible mas no imprescindible.

Se nos metió en el alma una necesidad con varios dioses, se construyeron hoteles en la rivera del mundo plano en el cual reinaron hasta el agotamiento. Martirio ignominioso al que obligan al hombre, espectador y creador, buscando formas insostenibles y repetidas. Una y otra y otra vez, cuantas veces le cuento el cuento, cuantas desea que se lo vuelva a contar. Cúmulos de historias repetidas en formas repetidas con caras repetidas y palabras repetidas. Dónde queda acaso tu vida, aquella que no vives por estar viviendo otra, aquella que no ves porque a tus ojos le enseñaron a ver sólo castillos azules con príncipes eternamente jóvenes, bellos, perfectos.

El hombre comenzó a morir lentamente, reanimándose en cosas; elevando la magia del símbolo hasta lograr perderse en ese universo abstracto que se creó a sí mismo, perdido en su propio laberinto, reflejándose ya ni en historias sino en objetos, estatus, clanes, y clases, ideologías, capas, y otros artículos prefabricadamente imaginados por otros para otros.

¿Por qué no vives hermano? ¿Por qué no abres los ojos y me cuentas que llevas dentro? Tantos ropajes dorados y máscaras negras te han hecho olvidar tu propia historia. Odios heredados y traumas ajenos te han llenado de un seudo entendimiento pequeño burgués-místico completamente falso. Por qué si no buscas tu destino, tu pasado, tus amores, y tus suertes; entre páginas de noticias a medias u obituarios por compromiso. Por qué te contentas con la clasificación ajena que otro hombre cualquiera te inventa todos los días, con los productos hechos para tu cabello, o los disfraces de “autenticidad” urbana. No te canses de seguir buscando tu identidad debajo de la taparrosca, dentro del cereal, o en un perfume costoso. Algún día seguramente tu horóscopo se hará realidad, un príncipe vendrá por ti montando el unicornio alado y te dejará ser aquello que siempre deseaste ser; serás finalmente feliz, sin importar que ni siquiera sepas qué significa eso, por los siglos de los siglos.

Apea aquello y asedia tu propia fortaleza. Suficientes dragones y brujas podrás encontrar rugiéndote historias, suplicándote atención, llorándote por un presente que hasta ahora has negado. Hoy te invito a ser artista. Hoy te invito a ser tú mismo. Hoy te necesito yo, y te necesitamos todos. Fuimos divididos en cuerpo y mente, en materia y espíritu, en mortales y personajes; fuimos abandonados por nuestra propia consciencia y esclavizados por nuestras creaciones; fuimos náufragos bellamente ataviados condenados al permanente ahogo entre tormentas de no identidad.

Seremos capaces tal vez de recordar las enseñanzas y de crear nuevas. Seremos capaces de reconocer en el átomo único al universo entero. Seremos capaces de buscar aquello que más nos hace ser nosotros mismos, aquello que nos perturba o nos encandila, aquel porqué negado desde el origen. Seremos capaces de encontrarlo… ¿y de compartirlo?

Una puerta se abre al mundo, tu vida le interesa a todos; porque tú eres todos. Déjanos ver con toda la honestidad y pureza de que seas capaz aquello que desees; compártenos el matiz único del que eres dueño. El hombre habrá de conocerse uno a uno, creando y descubriendo un nuevo ser con entendimiento pleno, una nueva palabra de un nuevo lenguaje, una nueva sociedad con una nueva percepción. Descúbrete para seguir caminando, eleva tu paso en el movimiento inmanente, zambúllete en esa alma descuidada que dejaste de lado, las maravillas están ahí… sólo ahí.

Pinta, dibuja, escribe, balbucea, baila, canta, graba… expresa. El habla (cualquiera que sea) ordena al sujeto, ayudándolo a conocerse. Explaya francamente, encuentra tu propio tema, tu propio estilo. No llores más por lo otro, concéntrate en lo propio, en los propios medios, en las propias vidas y en las propias soluciones… La carencia siempre va a ser tangible en relación a la ceguera de su poseedor. ¡Abre los ojos pues a tu ser! ¡Descúbrete y ámate!


La ventana Hoy

No hay pretextos, ni parámetros, ni reglas. Eres artista y eres libre. ¿Qué dirás? Es asunto únicamente tuyo ¿cómo? Sólo a ti te incumbe ¿por qué? Para iluminar ese algo oscuro que llevas dentro.

No tienes que entregar nada, ni compararte con nadie. Tu producto debe responder a esa necesidad interior únicamente. El juez no es estético ya, ni externo, es el grado de satisfacción o liberación que produce tu obra en ti y que por ende producirá en Su público (mas no en todo público). La calificación quedó enterrada en el pasado. Tu fuerza te guiará, si te dispones y la sigues, a continuar, ya sea en algo nuevo completamente, o en un grado nuevo del mismo tema, antes demasiado difícil, pero ahora obvio y necesario.

¡Haz!

Es la premisa. Haz y sé. Creando reglas y universos, respetándolos doblándolos o rompiéndolos, cambiando de parecer y de discurso… encontrando y caminando, en perpetuo movimiento. Siendo frágiles y mezquinos, atreviéndonos a ser terribles monstruos, o asquerosas en inmundas criaturas… hipócritas o hermosos… al final: humanos; humanos aprendiendo a ser humanos, aceptándose como humanos y perfeccionándose de acuerdo a estándares nunca fijos ni universales sino flexibles y personales

Atreviéndonos a Ser: libremente y simplemente, evolucionando.


El séptimo arte

O el quinto o el noveno o cualquiera.

Los estilos, las revoluciones, y los artistas; no han sido suficientes. Hace falta muchísimo. El fondo de la naturaleza es infinito por lo cuál la tarea se complica en cada zancada, paso, o brinco; dado.

Lo que debe ser y a veces es. Algo con una esencia propia, con similitudes tal vez, pero definitivamente con esencia propia, algo que no intenta ser otra cosa, algo que no pretende, algo que simplemente es en un momento; algo cuyo fin es el de la vida misma: el de ser (aún en caos o sinsentido: ser).

El espectador eres tú, y el artista somos todos. No busques satisfacer a otra persona ¿quién crees que eres como para poder satisfacer plenamente las mentes ajenas? Más bien agudiza y trabaja en tu percepción más que en el objeto de ella. Al final sólo puedes conocerte y atenderte a ti mismo y a tus necesidades; para qué comprar las de otros, los sueños de otros, las oscuridades de otros. El espectador eres tú, al que le tiene que gustar es a ti; y sólo a medida que aprendas a apreciarte, los demás encontraran valioso aquello.

Exijo y propongo.

Que el tema sea el tuyo y no otro.

Que la forma sea la tuya.

Que el ritmo sea el tuyo.

Que respondas a tu caprichoso presente tan lleno de pasado y futuro.

Que sólo busques adentro y te respondas a ti.

Que llores y grites y patalees, y además, que cantes y dibujes flores rosas también.

Que no ocultes por miedo a tener miedo.

Que no pongas excusas para no enfrentarte.

Que no aceptes.

Que no hagas.

Imploro una nueva realidad (hiperreal) que siga únicamente reglas armoniosamente propias; sus espacios, sus tiempos, y sus otras dimensiones.


Dictadores

El arte debe ser como la palabra. El arte durante toda la historia del mundo ha sido recluida para unos pocos, de los cuales apenas una milésima logra sobrevivir las décadas y los siglos. El arte es una expresión liberadora inmanente a toda consciencia o sensación, objeto o sujeto. El arte debiera ser enseñada no sólo en cuanto a la creación sino equilibradamente con la recepción sensible (tanto para con el exterior como para con el interior).

El arte ha sido arquetipada y achicada a una deshonesta expresión proselitista y solemne. El común denominador no es tampoco insensato desconocedor culpable y mundano sino un majestuoso aborrecedor de ese lenguaje reservado y cerrado para unos cuantos que miran desde arriba; y que reservan una dimensión entera para sí mismos, temerosos por su fragilidad, incapaces de compartir.

El artista renovado debe salir de sí mismo: buscar más adentro, hasta el fondo, para encontrar la vanidad, los miedos, la necesidad, de autenticidad, y por encima de todas las cosas, el deseo introducido exhaustivamente de “sobresalir”, de “ser el mejor”, de ser “el más”, de no ser igual a los demás. Hay que crear un profundo túnel en cada artista para eliminar toda esa envidia, avaricia, egocentrismo, y angustia. Hay que deshacerse de todo mal, o por lo menos batallar con él abiertamente, en un terreno más fácil y favorable: el de la honestidad terrenal humana. El artista renovado debe salir a la calle y crear para sí, y por ende para todo el género, debe ser un ente tendiente a lo luminoso, capaz de contagiar y encender chispas interiores en cualquier otro ser, por más débil y remota que sea la de éste.

El nuevo artista debe compartir su pincel y su obra, sin miedos. Debe confiarse de su autenticidad per se, eliminando del camino cualquier competencia, ya que el único competidor que tiene es a sí.

El profeta ha descubierto nulo el mensaje. El transeúnte ha descubierto la belleza innata del paisaje cualquiera. El ciudadano del mundo descubre en todo momento exterior su laberinto interior. El qué ya no importa particularmente. Hoy es inaudita e imperdonable cualquier aseveración de “verdad”. Hoy debes ser tú, expresarte, y ayudar al hombre a encontrarse consigo.

La misión ya no es estética, puesto que ésta ha sido perfeccionada, sino pedagógica-social. La modernidad permite por primera vez, si se le aprovecha, compartir las masas y los cinceles, iluminar aquél camino tenebroso y macabro, y facilitar la transición hasta un hombre pleno y auténticamente nuevo.

Los Hijos de Las Nubes

¿Y quién dijo que hay que estar listos para comenzar?

Hoy he dasafiado los mares, los cielos, y los pedantes intelectos dominadores; hoy el mundo se abre y los pinceles llueven, hoy lunes tres de agosto del dosmilnueve comienza una nueva etapa para el Arte.

Ha nacido formalmente el resquebrajo entre ficción-documental-arte-vida-verosimil. Se venía gestando el arte de ahí adentro: la revolución pacífica y gloriosa ya estaba preconcevida cuando por azares del destino comenzó la filmación.

"Los Hijos de Las Nubes" sería el equivalente de una opera prima, si se pudiese utilizar lenguje obsoleto para éste candente tema. En otras palabras menos altisonantes es, entre tantas otras cosas, un ejercicio largo: una visión temporal. El mundo interior se vuelca en una pesadilla interminable e inagotable. El trauma se vuelve tangible y el fantasma se desvela.

Los niños operan, no obstante. La casa no se cae. Nadie y todos recuerdan o imaginan, se puede prescindir de toda precisión. Unos hermanos sufren en el sinsentir del haber traspasado el humbral; viven y andan vagando sin rumbo... permanecen.